Peregrinando al III CONGRESO REINA DE LA PAZ CHILE Día 22


 


Peregrinando al

 III CONGRESO 

REINA DE LA PAZ CHILE


Día 22



¡Oh Santo Espíritu! dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén





Mensaje, 25 de marzo de 1993


“¡Queridos hijos! Hoy, como nunca antes, Yo los llamo a orar por la paz, por la paz en sus corazones, por la paz en sus familias, por la paz en el mundo entero, porque Satanás quiere la guerra, quiere la ausencia de paz, quiere destruir todo lo que es bueno. Por eso, queridos hijos, oren, oren, oren! Gracias por haber respondido a mi llamado!”






Después de haber anunciado a Israel prevaricador los castigos de Dios, Sofonías deja oír una voz de esperanza: «Buscad al Señor los humildes» (2,

3). Se anuncia la salvación a los humildes; Dios perderá a los soberbios y rebeldes, y de Israel quedará sólo «un resto» de gente humilde y pobre.

«Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor» (Sof 3, 12).

A este «resto», a estos «pobres y humildes» ha venido Jesús a traer la salvación; no es, pues, de extrañar que el «sermón del monte» se abra con este anuncio jubiloso: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (Mt 5, 3). Pero se advierte enseguida un detalle importante. No es la pobreza material la declarada dichosa, sino la disposición espiritual —«pobres en el espíritu»— por la que el hombre no funda su confianza en sí mismo ni en los bienes terrenos, sino en Dios. La pobreza material es bienaventurada sólo en la medida que conduce a esa actitud interior...

En todas estas clases de personas hay una disposición común y fundamental, que las hace aptas para el reino de los cielos, y es su apertura a Dios. En vez de confiar en sus recursos materiales o morales, ponen en Dios su confianza; en vez de satisfacerse en los bienes terrenos, viven a la espera de los celestiales. Y justamente se les promete estos bienes: Dios, su reino y su misericordia, su visión y bienaventuranza eterna. Para ser del número de estos «bienaventurados» hay que tener las disposiciones sin las que no se puede venir a ser discípulo de Cristo, ni alcanzar su salvación.





Oremos con Padre Slavko Bárbaric: 


  "Abre nuestros ojos, abre nuestros corazones y Te pedimos que por favor bendigas a los videntes, a fin de que puedan cumplir con su tarea en este mundo conforme a Tu voluntad. Bendice a esta Parroquia y a todos los Sacerdotes y Hermanas que viven y trabajan aquí. Bendice a todos los peregrinos y a todos los Sacerdotes que vienen con ellos, que a su vez oyen confesiones incansablemente y luego comparten sus testimonios. Bendice a todos los que oran en famili y han formado grupos de oración. Bendice a todos los que, a través de Medjugorje, se han decidido por el sacerdocio o la vida religiosa. Bendice también, oh Padre, a quienes a nivel material han ayudado a los refugiados, los heridos y los huérfanos de guerra. Bendícenos y acompáñanos para que, durante este tiempo, junto con María, podamos glorificarte como nuestro Dios que nos ama. Te damos gracias y con María, Reina de la Paz, Te pedimos que bendigas a todos aquellos que aún están en contra de Medjugorje como un lugar de paz y que de ese modo pronto podamos ser uno en Tu Espíritu que vive y reina en la eternidad. Amén.  (Fray Slavko , Medjugorje, Mayo 29 de 1997)



  


Nos vemos en el Congreso...










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