SANTO VÍA CRUCIS
FUENTE: CENTRO MEDJUGORJE
SANTO VIA CRUCIS DEL CENTRO MEDJUGORJE
ORACIÓN INTRODUCTORIA:
Jesús, Tu Madre nos ha exhortado a meditar Tu pasión y Tu muerte, para honrar Tu cruz. Estoy dispuesto a seguirte con María, por el camino al Calvario, con el mismo amor con el que Ella Te acompañó. Deseo cargar mi cruz, como Tú lo hiciste con la Tuya. Quiero aprender Contigo, a ayudar a otros a cargar sus cruces y a levantarlos después de cada caída.
María, comienzo ahora a seguir Contigo a Jesús, por el camino al Calvario. Lo hago cargando mi propia cruz, la de mi família, la de la Iglesia y la del mundo entero. Quiero prestar mi hombro para apoyar cada cruz y ayudarlos a todos. Tú has dicho a los miembros de la comunidad parroquial de Medjugorje:
“Todos ustedes, los fieles de esta parroquia, deben cargar una cruz muy grande y pesada. ¡Pero no teman! Mi Hijo Jesús está aquí con ustedes, para ayudarlos a hacerlo”…
Estoy seguro, que también pronunciaste estas palabras, con el fin de alentarme a mí. Gracias Madre mía. Amén.
Oración Final
Señor, Dios nuestro, Padre Celestial, Te damos gracias por María, Tu humilde sierva, nuestra Madre e intercesora, la Madre de Tu Hijo Jesús. Gracias por enviarla a nosotros, gracias porque Ella nos guía y nos instruye en Tu nombre. Con María Te pedimos, oh Padre, la gracia de contemplar y vivir con Ella la Pasión de Tu Hijo Jesús en este tiempo...
Danos la gracia de abrirte nuestro corazón, tal como se abrió el corazón de María delante de Ti. Madre Santísima, gracias por invitarnos a darte todo, así lo hacemos ahora. Ponemos en tus manos maternales todo el bien que hay en nosotros, todo lo positivo y todas las alegrías. Te damos gracias y te entregamos todo esto a fin de que lo bueno no sea un impedimento en nuestro camino Contigo. Te damos todas nuestras buenas obras del pasado, del presente y también del futuro - todo te lo entregamos. Gracias, María, por alentarnos a poner en tus manos también todo lo negativo y el pecado; por tanto, te entregamos nuestra soberbia, nuestro egoísmo, nuestra envida, nuestros celos y todo nuestros sentimientos negativos, todas nuestras dependencias, todas nuestras pasiones y heridas, todas las relaciones lastimadas entre nosotros y nuestros seres queridos, todos los problemas que cargamos en nuestro corazón y que experimentamos en nuestras familias, en nuestras comunidades, en la Iglesia y en el mundo. Gracias, María, por querer ofrecerlo todo a Jesús. Jesús, gracias por escuchar a Tu Madre como hiciste en Caná de Galilea. Con María, Tu Madre, Te pedimos que transformes nuestro corazón, que transformes el dolor en alegría, la desesperanza y la desilusión en esperanza, toda discordia en paz, todo odio en amor, toda desconfianza en confianza. Aleja de nosotros toda muerte espiritual, a fin de que podamos vivir en Ti. Danos la gracia de cultivar incansablemente Tu amistad. Te pedimos, Padre, en nombre de Tu Hijo Jesús y de María Santísima que nos perdones por cada vez que no hemos confiado, amado, esperado ni creído. Danos la gracia, oh Padre, Te lo pedimos en nombre de Tu Hijo Jesús y con María Santísima, de vivir esta Cuaresma de tal modo que seamos purificados de todo mal y alcancemos así la Resurrección y la vida eterna, por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
Fray Slavko , Medjugorje, Febrero 29, 1999
Señor Jesús, ayúdanos a ver en Tu Cruz todas las cruces del mundo;
la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor;
la cruz de las personas solas y abandonadas por sus propios hijos y parientes;
la cruz de las personas sedientas de justicia y de paz;
la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe;
la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad;
la cruz de los migrantes que encuentran las puertas cerradas a causa del miedo y de los corazones blindados por cálculos políticos;
la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza;
la cruz de la humanidad que vaga en lo oscuro de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura de lo momentáneo;
la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la homicida ligereza del egoísmo;
la cruz de los consagrados que buscan incansablemente portar Tu luz en el mundo y que se sienten rechazados, ridiculizados y humillados;
la cruz de los consagrados que en su caminar han olvidado su primer amor;
la cruz de tus hijos que, creyendo en Ti y buscando vivir según Tu palabra, se encuentran marginados y descartados incluso por sus familiares y sus coetáneos;
la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros pecados y de nuestras numerosas promesas rotas;
la cruz de Tu Iglesia que, fiel a Tu Evangelio, se fatiga para llevar Tu amor también entre los mismos bautizados;
la cruz de la Iglesia, Tu esposa, que se siente asaltada continuamente en lo interno y lo externo;
la cruz de nuestra casa común que seriamente se marchita bajo nuestros ojos egoístas y cegados por la codicia y el poder.
Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de Tu definitiva victoria contra todo mal y toda muerte. ¡Amén!
Te rogamos, Señor Nuestro Jesucristo, que sea nuestra intercesora, cerca de tu clemencia, ahora y en la hora de nuestra muerte, la Bienaventurada Virgen María, tu Madre, cuya sacratísima alma fue traspasada por la espada del dolor en la hora de tu Pasión.
Te lo pedimos por Ti, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que con el Padre y el Espíritu vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.




