Peregrinando al III CONGRESO REINA DE LA PAZ CHILE Día 9


 


Peregrinando al 

III CONGRESO 

REINA DE LA PAZ 

CHILE


Día 9





¡Oh Santo Espíritu! dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén




Mensaje, 25 de agosto de 1987


“¡Queridos hijos! También hoy los llamo a todos a que se decidan a vivir los mensajes. Dios me ha concedido también en este año, que la Iglesia me ha consagrado, poder hablarles e invitarlos a la santidad. Queridos hijos, pidan a Dios las gracias que El les concede a través mío. Yo estoy dispuesta a interceder ante Dios por todo aquello que ustedes buscan, porque Dios me ha permitido obtener esas gracias para ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado!”





«El reino de los cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña» (Mt 20, 1). En el propietario se refiere a Dios que llama continuamente a los hombres al «reino de los cielos», es decir a la salvación. Dios llama a todos y a todas las horas sin discriminación: «Id también vosotros a mi viña» (lb 4). Es la vocación universal a la vida cristiana y a la santidad. La llamada divina no es un simple estímulo externo, pues Dios, al llamar, dispone a los hombres para responder a su llamada ofreciéndoles el don de la gracia. «Es, pues, claro que todos los fieles de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad» (Vat. II, LG 40); para alcanzarla no tienen más que vivir con plenitud la gracia recibida en el bautismo. Pero en el marco de esta vocación universal a la santidad —única en su sustancia, como fundada en «una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4, 5), una misma gracia y tina misma caridad— «no todos van por el mismo camino» (Vat. II,LG 32). Dios, es libre de llamar como y cuando quiere, confiando oficios diferentes, dando la misma gracia en medida y con modalidades diversas, esto es «distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad» (1 Cor 12, 11).

 "Por eso al lado de los seglares llamados a actuar la vocación de la santidad en el seno de la familia y de la vida social, están los «consagrados», llamados a un servicio de Dios más directo y exclusivo. La vocación universal a la santidad —dice el Concilio Vaticano II—«aparece de manera singular en la práctica de los comúnmente llamados consejos evangélicos. Esta práctica... que, por impulso del Espíritu Santo, muchos cristianos han abrazado... proporciona al mundo y debe proporcionarle un espléndido ejemplo [...de la] santidad»" (Vat. II, LG 39).





Oremos con Padre Slavko Barbaric: 


 "Dios, Padre nuestro todopoderoso, todos nosotros conscientemente Te damos gracias durante este mes porque eres nuestro Dios, porque eres nuestro Padre, por habernos enviado a Tu Hijo a salvarnos, por habernos enviado Tu Espíritu para santificarnos. Te damos gracias, oh Padre, por habernos revelado Tu santo nombre y por darnos la oportunidad de crecer en el amor, la fe, la esperanza, la bondad, la verdad y la paz y poder glorificarte de este modo. Te damos gracias por habernos permitido vivir en Tu gloria y en Tu presencia y, haciéndolo así, nos has dado Tu amor y Tu gozo. Gracias por habernos enviado a María que incansablemente nos visita día a día en Tu nombre y que ora por nosotros. Te damos gracias por habernos hecho más patente Tu presencia a través de su presencia entre nosotros. Te pedimos la gracia de llegar a ser y permanecer uno con Ella y Contigo, que nada nos separe de Ti." Amén.     (Medjugorje, Mayo 29 de 1997)




 


Nos vemos en el Congreso...












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