Peregrinando al III CONGRESO REINA DE LA PAZ CHILE Día 15
Peregrinando al
III CONGRESO
REINA DE LA PAZ
CHILE
Día 15
¡Oh Santo Espíritu! dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Mensaje, 25 de enero de 1995
“¡Queridos hijos! Los invito a abrir sus corazones a Jesús como se abre la flor al sol. Jesús desea llenar sus corazones de paz y de gozo. Ustedes, queridos hijos, no pueden realizar la paz si no están en paz con Jesús. por eso los invito a la confesión, a fin de que Jesús sea su verdad y su paz. Por tanto, hijitos, oren para tener la fortaleza de realizar lo que les digo. Gracias por haber respondido a mi llamado!”
El Sacramento de la Confesión o Penitencia, presupone de parte de quien a él se acerca, la penitencia interior, es decir, la conversión, sin la cual el mismo sacramento no tendría eficacia alguna. Jesús comenzó su vida pública predicando esta penitencia: «convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1, 15). El pecado, cualquiera sea, lleva siempre consigo un rechazo —grave o leve — del amor de Dios y por lo tanto un alejamiento de El, de su ley y del evangelio; que Dios puede y quiere perdonarlo, pero el perdón exige un cambio interior que lleve al hombre a dar pie atrás en su camino. «Me levantaré — dice el hijo pródigo —, iré a mi padre y le diré: "Padre, Pequé contra el cielo y ante ti"» (Lc 15, 18). El cristiano que se acerca al sacramento de la penitencia confesando sus pecados con estas disposiciones, recibe el perdón de ellos; un perdón tan amplio y generoso que le confiere un aumento de gracia, o bien —en caso de que la hubiere, perdido— se la devuelve intacta como en el día de su bautismo.
Hablando de la pecadora, dice Jesús: «quedan perdonados sus pecados porque muestra mucho amor» (Lc 7, 47).
"Dígnate, pues, ayudarme, misericordiosísimo Señor Jesucristo, fuego y luz de Amor; inflama e ilumina mi corazón duro y rebelde a tu amor, para que, con tu ayuda, me duela por ti de mis pecados y de mis iniquidades, haga penitencia de ellos y con corazón puro, humilde y amante, haga obras de celo agradables a ti, y así prevenido, asistido y acompañado de tu gracia, viva en esta vida de tu amor, de suerte que, al término de ella, obtenga por tu misericordia, la vida eterna para amarte en la gloria." (R. GIORDANO, Contemplaciones, 6).
Oremos con Padre Slavko Barbaric:
"Dios, Padre nuestro todopoderoso, todos nosotros conscientemente Te damos gracias durante este mes porque eres nuestro Dios, porque eres nuestro Padre, por habernos enviado a Tu Hijo a salvarnos, por habernos enviado Tu Espíritu para santificarnos. Te damos gracias, oh Padre, por habernos revelado Tu santo nombre y por darnos la oportunidad de crecer en el amor, la fe, la esperanza, la bondad, la verdad y la paz y poder glorificarte de este modo. Te damos gracias por habernos permitido vivir en Tu gloria y en Tu presencia y, haciéndolo así, nos has dado Tu amor y Tu gozo. Gracias por habernos enviado a María que incansablemente nos visita día a día en Tu nombre y que ora por nosotros. Te damos gracias por habernos hecho más patente Tu presencia a través de su presencia entre nosotros. Te pedimos la gracia de llegar a ser y permanecer uno con Ella y Contigo, que nada nos separe de Ti." Amén. (Medjugorje, Mayo 29 de 1997)
Nos vemos en el Congreso...


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