Peregrinando al III CONGRESO REINA DE LA PAZ CHILE Día 28
Peregrinando al
III CONGRESO
REINA DE LA PAZ CHILE
Día 28
¡Oh Santo Espíritu! dignaos formarme con María y en María, según el modelo de vuestro amado Jesús. Gloria al Padre Creador. Gloria al Hijo Redentor. Gloria al Espíritu Santo Santificador. Amén
Mensaje, 25 de julio de 1998
“¡Queridos hijos! Hoy, hijitos, los invito a estar con Jesús a través de la oración, para que, por medio de una experiencia personal de oración, puedan descubrir la belleza de la creaturas de Dios. No pueden hablar ni testimoniar acerca de la oración, si no oran. Por tanto, hijitos, en el silencio del corazón, permanezcan con Jesús, para que El los cambie y transforme con Su Amor. Este es para ustedes, hijitos, un tiempo de gracia. Aprovéchenlo para su conversión personal, porque cuando tienen a Dios, tienen todo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Cualquier pecado, por oculto y privado que sea, tiene consecuencias para la comunidad porque disminuye en ella el nivel de la gracia, de la virtud y de la santidad y aumenta el lastre de miserias que dificultan el camino hacia Dios. Un solo acto de caridad acrece el amor en toda la Iglesia, y un solo acto de desamor lo disminuye. Además con mucha frecuencia el pecado daña al prójimo de un modo más directo como sucede en las culpas contra la justicia, la sinceridad, la caridad y el respeto a la persona o a los bienes de los otros. Esto exige una reparación justa, y el sacramento de la penitencia provee a ella sea porque el sacerdote, siendo a un tiempo representante de Dios y de la Iglesia, perdona los pecados en nombre de Dios y de la Iglesia y por lo tanto también de la comunidad, sea porque imponiendo la penitencia sacramental, indica al penitente el modo de resarcir el daño hecho al prójimo.
La Iglesia resplandece ante el mundo y atrae a los hombres a Dios a medida de su santidad; pero será más o menos santa según la santidad de sus hijos y más o menos necesitada de purificación según las culpas y deficiencias de ellos. Todo fiel ha de cuidar de no aumentar con sus pecados lo que puede haber de censurable en la Iglesia, y por ello no debe cesar de «hacer penitencia y renovarse» (LG 8)
“Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.” (De Santa Margarita María Alacoque)
Oremos con Padre Slavko Barbaric:
"Dios, Padre nuestro todopoderoso, todos nosotros conscientemente Te damos gracias durante este mes porque eres nuestro Dios, porque eres nuestro Padre, por habernos enviado a Tu Hijo a salvarnos, por habernos enviado Tu Espíritu para santificarnos. Te damos gracias, oh Padre, por habernos revelado Tu santo nombre y por darnos la oportunidad de crecer en el amor, la fe, la esperanza, la bondad, la verdad y la paz y poder glorificarte de este modo. Te damos gracias por habernos permitido vivir en Tu gloria y en Tu presencia y, haciéndolo así, nos has dado Tu amor y Tu gozo. Gracias por habernos enviado a María que incansablemente nos visita día a día en Tu nombre y que ora por nosotros. Te damos gracias por habernos hecho más patente Tu presencia a través de su presencia entre nosotros. Te pedimos la gracia de llegar a ser y permanecer uno con Ella y Contigo, que nada nos separe de Ti." Amén. (Medjugorje, Mayo 29 de 1997)
Nos vemos en el Congreso...
“Vencer a Goliat" Fr. Danko Perutina


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