Vísperas Viernes 14 de Noviembre
Viernes 14 de
Noviembre
Vísperas
V/ Dios mío, ven en
mi auxilio.
R/. Señor, date
prisa en socorrerme.
V/. Gloria al Padre
y al Hijo y al Espíritu Santo,
R/. Como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
Te damos gracias,
Señor, porque has
depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos
cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
«¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios
es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!» Amén.
Salmodia
Salmo 144-A: Himno
a la grandeza de Dios
Ant: Día tras día
te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.
Te ensalzaré, Dios
mío, mi rey;
bendeciré tu nombre
por siempre jamás.
Día tras día, te
bendeciré
y alabaré tu nombre
por siempre jamás.
Grande es el Señor,
merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus
grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y
rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la
gloria de tu reinado,
que hablen de tus
hazañas;
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Día tras día
te bendeciré, Señor, y narraré tus maravillas.
Salmo 144-B:
Ant: Los ojos de
todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.
El Señor es fiel a
sus palabras,
bondadoso en todas
sus acciones.
El Señor sostiene a
los que van a caer,
endereza a los que
ya se doblan.
Los ojos de todos
te están aguardando,
tú les das la
comida a su tiempo;
abres tú la mano, y
sacias de favores
a todo viviente.
El Señor es justo
en todos sus caminos,
es bondadoso en
todas sus acciones;
cerca está el Señor
de los que lo invocan,
de los que lo
invocan sinceramente.
Satisface los
deseos de sus fieles,
escucha sus gritos,
y los salva.
El Señor guarda a
los que lo aman,
pero destruye a los
malvados.
Pronuncie mi boca
la alabanza del Señor,
todo viviente
bendiga su santo nombre por siempre jamás.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant: Los ojos de
todos te están aguardando, Señor; tú estás cerca de los que te invocan.
Apocalipsis 15,
3-4: Himno de adoración
Ant: Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios
omnipotente,
justos y verdaderos
tus caminos,
¡oh Rey de los
siglos!
¿Quién no temerá,
Señor,
y glorificará tu
nombre?
Porque tú solo eres
santo,
porque vendrán
todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios
se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y
al Hijo,
y al Espíritu
Santo.
Como era en el
principio,
ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant: Justos y
verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Lectura
Romanos 8,1-2
Ahora no pesa
condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión
con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte.
V/. Cristo murió
por nuestros pecados,
R/. para
conducirnos a Dios.
V/. Como era
hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.
R/. para
conducirnos a Dios.
Cántico Evangélico
Ant: Acuérdate de
tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.
Proclama mi alma
la grandeza del
Señor,
se alegra mi
espíritu en Dios,
mi salvador;
porque ha mirado la
humillación
de su esclava.
Desde ahora me
felicitarán
todas las
generaciones,
porque el Poderoso
ha hecho obras
grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia
llega a sus fieles
de generación en
generación.
Él hace proezas con
su brazo:
dispersa a los
soberbios de corazón,
derriba del trono a
los poderosos
y enaltece a los
humildes,
a los hambrientos
los colma de bienes
y a los ricos los
despide vacíos.
Auxilia a Israel,
su siervo,
acordándose de la
misericordia
-como lo había
prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán
y su descendencia
por siempre.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio, ahora y siempre,
por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant: Acuérdate de
tu misericordia, Señor, como lo habías prometido a nuestros padres.
Preces
Invoquemos a
Cristo, en quien confían los que conocen su nombre, diciendo:
Señor, ten piedad
Señor Jesucristo,
consuelo de los humildes,
-dígnate sostener
con tu gracia nuestra fragilidad, siempre inclinada al pecado.
Que los que por
nuestra debilidad estamos inclinados al mal
-por tu
misericordia obtengamos el perdón.
Señor, a quien
ofende el pecado y aplaca la penitencia,
-aparta de nosotros
el azote de tu ira, merecido por nuestros pecados.
Tú que perdonaste a
la mujer arrepentida y cargaste sobre los hombros la oveja descarriada,
-no apartes de
nosotros tu misericordia.
Tú que por nosotros
aceptaste el suplicio de la cruz,
-abre las puertas
del cielo a todos los difuntos que en ti confiaron.
Se pueden añadir
algunas intenciones libres.
Siguiendo las
enseñanzas de Jesucristo, digamos al Padre celestial:
Padre nuestro que
estás en el cielo,
santificado sea tu
Nombre;
venga a nosotros tu
reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como
en el cielo.
Danos hoy nuestro
pan de cada día;
perdona nuestras
ofensas,
como también
nosotros perdonamos
a los que nos
ofenden.
No nos dejes caer
en la tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios omnipotente y
eterno, que quisiste que tu Hijo sufriese por la salvación de todos, haz que,
inflamados en tu amor, sepamos ofrecernos a ti como hostia viva. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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